miércoles, 4 de mayo de 2011

Desplazamiento; poquito tiempo y deseos cliché.

Nos movemos buscando algo que ya poseemos, por eso cuando "avanzamos" hacia algún lugar... eso que deseamos cambia; y según yo, el truco está en que simplemente un día empezamos a soñar lo que se sueña en el lugar con el que soñabamos.

Me gusta pensar que coleccionamos pasos, somos fanáticos de los caminos fetiche. Elegimos movernos para ir un poco contra el curso normal del tiempo, correr hacia él o alejarse lo más posible. Todo el sentido del desplazamiento está en esa perspectiva que otorga y que permite poder detenerse en cierto momento y pensar: ahora todo se ve muy claro, el drama no merecía ser drama, el dolor era más pequeño que el mundo, los deseos encastrados ahora se ven tan insignificantes y el sentido de mi vida cabe en la bolsa derecha de los jeans.

Nos cambiamos de entorno por especulación, deseamos aquello que creemos que es. Llegar al lugar real no es tan mágico como imaginar que llegamos; la gente puede sonreír pero no deja de hacernos ajenos, hay que aprender nuevos códigos, reducir las certezas al mínimo y estar dispuesto a hacer el tonto. Viajar es alejarse también de ese que se sabe ser. Reorganizar el mundo, encontrar nuevas relaciones entre las cosas, saber que "el ahora allá es ayer y que el ahorita aquí no existe", y que "la pena de aquí no es lo mismo que la pena de allá". Tengo la impresión de que luego del primer viaje, es imposible dejar de vivir en un eterno Jet Lag.

Viajar desborda, porque pone de manifiesto la caducidad implícita en cada una de las experiencias; y todo lo caduco resulta seductor por ese insignificante dolor de agotamiento presente en el transcurso del gozo mismo.

1 comentario:

  1. Absolutamente de acuerdo en cada paso y en cada palabra. Se vive en un jet lag y no hay camino que de verdad te lleve de vuelta.

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