Por Kristina Velfu
La curiosidad El reto
La huida.
El vicio.
La aventura.
El amor.
La soledad.
El placer.
La guerra.
El desengaño.
La persecución.
La revolución.
El aburrimiento .
*
**
***
****
*****
Las razones para moverse, migrar, cambiar de residencia y buscarse la vida en otra parte, son múltiples y complejas. Tantas y tan diversas como extranjeros existen en una metrópolis.
Aunque suele reducirse la necesidad de desplazamiento inherente al ser humano a simples motivos económicos, si profundizamos un poco más en las personas que abandonaron el lugar donde nacieron por un tiempo prolongado (o quizá para siempre), descubriremos que no necesariamente es el dinero el que les impulsó a cruzar el mar, el río o la frontera. No es la sólo escasez la que mueve a las personas a no mirar atrás, dejarlo todo y comenzar de nuevo.
En mi estancia por Madrid, en cada ocasión que me es posible, le pregunto a los extranjeros el motivo por el que se encuentran aquí. La primer respuesta, casi automática, es sobre asuntos de corte económico, que aunque no sea mencionado todas las veces con el nombre de divisas, siempre tiene que ver con la situación laboral o de seguridad que existe en sus países.
Sin embargo en el segundo intento, es decir en la segunda entrevista, cuando la pregunta no es tan directa y más bien algo más personal, es fácil adivinar que lo que menos importa es el dinero.
No es que se demerite lo crucial de la avaricia en el actuar humano, sin embargo, existen impulsos más intensos y mediáticos que no se encuentran en una casa de cambio.
De igual manera, no dudo en la existencia de mafias que trafiquen personas, en corporativos a gran escala, para trabajar en el primer mundo en tiendas de alimentación, tráfico de piratería y de drogas; pero no es a estos a quienes me refiero hoy.
Hablo de los migrantes, los nómadas, viajeros y refugiados voluntarios, los que actúan a título personal, que pueden estar leyendo esta entrada de blog en cualquier parte del mundo. Los que fueron a la universidad, aunque haya sido para "meserear" en el Corte Inglés. O los que viven al día con lo que ganan cantando en Arenal.
A estos me refiero. Los que quizá pasen desapercibidos para los oriundos del lugar, que terminan por acostumbrarse a su presencia, y que finalmente de alguna manera se integran.
Madrid es una Ciudad de pausa, un lugar de tránsito, la puerta de entrada y de salida. Es un lugar para quedar en suspenso, espacio temporal y estratégico, seminario de búsqueda, de curación y de supervivencia. A diario llegan personas de América, de Asia, de África y de Europa del Este. En el Metro no escuchas un idioma predominante y sus vagones son la apología posmoderna de la torre de Babel...
Entre sus múltiples contradicciones la Ciudad de Madrid representa para todos que llegamos aquí desde diferentes puntos del mundo una oportunidad. ¿Una oportunidad de qué?, si paradójicamente, muchos madrileños tienen ganas de huir de aquí.
Mientras la gente de Madrid dice no tener trabajo, ni salida y se meten a clases de alemán. Miles de personas de otras razas y otras latitudes encuentran aquí un trabajo y una salida. Algunos de ellos sin siquiera saber español.
Las historias que he escuchado van desde el engaño amoroso a la traición de los padres, de las preferencias sexuales y las ganas de fiesta al el gusto por el arte y la búsqueda el tiempo perdido. Les trajeron hasta aquí las inclinaciones ideológicas, los problemas sin otra salida que la fuga, el miedo y la sed de aventura.
El el destierro voluntario siempre responde a la rebeldía y a la inconformidad. Siempre se cobra con precios altos, en términos de racismo, humillación, riesgos innecesarios y nostalgia; pero que compensa con miradas llenas de mundo.
Cierro esta entrada del blog con la imagen de la obra pintada por de Edward Hopper: "Habitación de Hotel", perteneciente a la colección Thyssen, frente a la que esta semana me he sentado, para pensar sobre las razones para irse.
Hopper resume el desplazamiento y la soledad, siempre unidos a condición de la renuncia.
Es una mujer con un tiket de tren, que tiene un rumbo y un destino del que todo espera y nada sabe. Está sola.
La Penelope que no se quedó esperando a Ulises sino que metió su vida en una maleta y se fué..

¿Será que la vida consiste en irse más que en quedarse?
Muy buena entreda y me gusta la imagen de la Penelope que no espera ;)
ResponderEliminar