La rutina ciega.
Entre nosotros existen inverosímiles e inquietantes imágenes. Basta con abrir un poco los ojos, caminar con atención y procurar - no esperar ver nada-, pues bien dicen que -uno ve lo que espera ver-, y para lograr percibir lo inimaginado es necesario NO ESPERAR.
Con la práctica, la capacidad de sorpresa, nos lleva a vivir al borde de los sentidos. Es entonces cuándo somos capaces de descubrir la mágia que existe en los detalles.
Pero, ¡Cuidado!, existe un riesgo: La locura
Las imágenes inverosímiles que son también imágenes surrealistas, son aquellas que presentan el grado más elevado de arbitrariedad. Lo que cuesta más trabajo traducir al lenguaje práctico.
Existen en la lógica de los sueños. Si estas mismas imágenes se nos presentaran mientras dormimos, no serían tan sorprendentes e incluso podríamos aceptarlas en su grado más alto de incongruencia.
Así; con estas consideraciones iniciales y no sin algo de escepticismo, pues en mi México es muy fácil encontrarse con imágenes inquietantes debajo de cualquier piedra, pero en este continente se vive negado a la transgresión y en este País se vive procurando la normalidad a través de lo políticamente correcto, por lo que creí que me sería más difícil encontrar mi Imagen Inverosímil. Sin embargo, desde el primer paso comenzaron a presentarse frente a mí.
Olvidé que en España las cárceles y los manicomios son de medio tiempo, una especie de guarderías o colegios donde les alimenta bien a los criminales y los enfermos de la mente para que pasen toda la tarde mezclandose en el transporte público con los demás. Esta situación, inverosímil de por sí, le obliga a uno a comenzar a vivir bajo los códigos de la locura y acostumbrarse a lo poco cotidiano.
Así que en mi trayecto a la Universidad, encontré una viejecita en el metro que le escupe a todo el que pasa cerca de ella, no se sube al vagón, no sale a la superficie, no se sienta... simplemente escupe por doquier ¿Cuánta saliva tendrá que producir para todo un día de expulsiones bucales abruptas?. Inmediatamente después ya dentro del vagón, me encontré con un hombre que tenía una bolsa de supermercado roja, muy manoseada en la que parecía traer una bomba o algo sumamente peligroso que no sabía si dejar o llevarse. En cada estación se bajaba y se volvía subir, antes de que cerrara la puerta. Rasaconeaba su bolsa de contenido secreto y luego se quitaba la chaqueta, para volversela a poner apenas había sacado el segundo brazo.
Sin embargo tenía un ganador: un negrito con pantuflas peludas Tommy en medio de la cálida primavera madrileña cantando el cielito lindo con acento subsahariano.
Hasta que me encontré con esto:
En un descampado de la Complutense, en medio de un prado verde y fresco, sin nadie alrededor: UNA PUERTA A NINGUNA PARTE.
Ahí. Sola. Inquietante. Silenciosa.
¿Qué se hace frente a una puerta?
Una puerta que no esta cerrada pero que no esta abierta. Que no conduce a ningún lugar. ¿O si?
¿Tocar, cruzar, abrir, ignorar?
¿Salida o entrada?
En un sentido simbólico: ¿Cuáles son las puertas a ninguna parte?
A lo mejor es una puerta que lleva a otra dimension ;)
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